Josef Fritzl, tan conocido como el monstruo de Amstetten, ha confesado que mantuvo secuestrada y enclaustrada a su propia madre hasta su muerte (entorno a 20 años). Fritzl tapió las ventanas del piso superior para que no pudiese volver a ver la luz del sol. Esta noticia aparece en el diario sensacionalista austríaco Österreich y el seminario News.
Según el propio Fritzl, su relación con su madre era más bien de amor-odio:"Me pegaba y me pateaba hasta que me caía al suelo y sangraba". Recibía insultos como: "Satán, inútil y criminal".
El resultado del informe psicológico dice que su falta de afecto en su niñez surge una empatía con el sufrimiento ajeno.
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